Según un informe presentado por IDC, espera que el gasto en computación cuántica alcance los 8600 millones de dólares en 2027.
Esta compañía calcula que el gasto de los clientes en computación cuántica alcanzará los 8600 millones de dólares en 2027. Para poner esta cifra en perspectiva basta con señalar que el año pasado fueron 412 millones.
Esto representa una tasa de crecimiento anual compuesta en seis años del 50,9 %.
Mientras, las inversiones se dispararán un 11,3 % durante el mismo periodo para acabar rozando los 16 400 millones de dólares.
Uno se los sectores que más apuesta por esta tecnología son los Centros de Alto Rendimiento (HPC), hasta el punto que un 76 % de los centros de datos de HPC planea utilizar esta tecnología en 2023 como tarde. Así se lo relatan a Atos, IQM e IDC como parte de un informe conjunto sobre el estado de la computación cuántica, que despunta como tecnología número uno en Europa y entre las tres principales del mundo para centros de datos.
En la región EMEA se les da especial importancia a las implantaciones híbridas y en la nube. Un 50 % ve la arquitectura HPC híbrida como prioridad frente al 46 % en Norteamérica y el 38 % en Asia-Pacífico.
A los usuarios les está resultando cada vez más difícil obtener el máximo rendimiento de la informática de alto rendimiento y, a la vez, garantizar la seguridad y la resiliencia.
Entre los beneficios que esperan de la introducción de los ordenadores cuánticos destacan la posibilidad de afrontar problemas de logística u otros como el cambio climático (45 %), obtener soluciones en general con mayor rapidez (38 %) y reducir los costes de computación (42 %).
Los centros de HPC se utilizarán, sobre todo, para la búsqueda en bases de datos (59 %), el análisis de riesgos de inversión (45 %), la modelización molecular (41 %) y la gestión de activos (32 %).
Igual que la informática clásica se basa en el concepto de bit (que puede tomar el valor 0 o 1), en la informática cuántica el cúbit (del inglés qubit, quantum bit), es la unidad mínima de información. A diferencia del bit, que solo puede estar en uno de esos dos estados, el cúbit puede encontrarse simultáneamente en los estados 0 y 1. Es como si pasáramos de un interruptor de la luz que la apaga o la enciende, a uno que nos deja tener muchos estados intermedios. Así con 10 cúbits tendríamos 1.024 estados simultáneos y, cada vez que añadimos un cúbit, duplicamos la potencia de cálculo.
Hay que tener en cuenta que generar y manejar los cúbits es un enorme desafío científico y de ingeniería, ya que hay que evitar que los cúbits interactúen con el entorno hasta que sean medidos, para lo que, en algunos casos, se enfrían los circuitos a temperaturas más bajas que la del espacio profundo (cercanas al cero absoluto, -273 grados centígrados). A pesar de ello, en la actualidad los ordenadores cuánticos presentan todavía muchos errores, ya que se pierde la coherencia de los valores de los cúbits.
Existen dos formas de trabajar con ordenadores cuánticos. Una es la basada en el llamado temple cuántico (quantum annealing) ―empleada por la compañía D-Wave― en los que el problema a resolver se hace corresponder con un modelo cuya solución es el estado de energía más bajo del sistema y que son adecuados para ejecutar problemas de optimización. La otra es la de ordenadores que soportan la computación cuántica basada en puertas ―empleada por IBM, Google o Rigetti―, en la que un problema se descompone en una secuencia de operaciones básicas primitivas, que se realizan mediante puertas cuánticas. Hay que tener en cuenta que los ordenadores cuánticos no sustituyen a los actuales, sino que conviven en arquitecturas híbridas en las que un ordenador clásico envía al ordenador cuántico las instrucciones oportunas, recogiendo y procesando los resultados que este le devuelve.